domingo, 25 de septiembre de 2016

Rubén Sevlever, El clima lúcido de danza en la fiesta perpetua


I
NOCTURNO

La noche trae como un vuelo
su aire,
su perfume distinto.
La noche dilata libremente
sus aspas de molino
abarcando espacios, ríos inmemoriales, 
donde el ojo no sufre su derrota.
Estrellas, giros, círculos 
Cuando caen las espadas veloces de la sombra
diminutos pájaros de plata
dormitan en el brillo único del mar
aprisionado en el vacío.


II
PENETRACIÓN

Tanto y tanto se asemeja
la mirada de la Esfinge
al conocimiento dramático de la luz
que el que mira fijamente
se diluye interminablemente solo,
pasajero de la noche de su cuerpo que huye,
ajeno a la muerte que permanece
y se distiende con su sola quemadura
expuesta al sol, conjuro total que anonada
y hace crecer de nuevo la sed
en el desierto curvo que progresa
y se distancia.


III
RASGOS

Las nubes bajan o se convierten
en escudos para el lento martirio.

Todo se somete;  
hierven apeñuscadas raíces
en la tierra seca.

El aliento curvado de los hombres
carece de excelsitud o memoria;
claros días yacen como hojas aplastadas,
hay humo en los papeles.

Tibias señales giran en el viento
cuando el horizonte arde.


V
QUÉ OLEAJES

Qué oleajes pueden, de pronto,
de ti, de mí,
iluminar el sendero;
qué vertientes remotas ascienden
entre los graves vaivenes definitivos
y nos inclinan
a los rituales inalcanzables,
a las profundas mordeduras
de lo intangible?


VI
PAISAJE

Cae la tarde,
un profundo giro de luz enciende todas las alturas,
abre fuentes, sobre la comba pesadumbre
de los árboles.
Todo regresa en lentitud. El tiempo se extiende.
El nacer, el morir, se abren en la mirada,
los destellos,
en una suave cintura de horizontes derrumbados.


VII
LA POESÍA Y EL AIRE

El aire viene, impregnado, riente, suelto
y las leves orillas de su mundo se estremecen.

¿Quién se sumerge en él sin rozar su altura,
el bosque de iluminadas persianas hacia lo alto
que irradia,
el clima lúcido de danza en la fiesta perpetua
de sus ondas,
lo que anida de estelares anhelos
de confusas perlas innominadas,
lo que el hombre sabe más allá de su frente opaca,
atada a la ciudad de muros grises,
             de números y sigilos?


VIII
PEZ VOLADOR

En curva ciega salta de la espectral profundidad,
del verde alvéolo conmovido en la penumbra,
de la floresta sanguínea en escalas refractantes
al tenaz azul de la distancia, al miraje ondulado.

Surca el submarino desvelo, ojo tenso, horadante,
impulsado por el imán salino del aire, extraña red
de otro mundo salvaje, de incendios amarillos y totales.

Con certero ritmo inicia el arabesco, la danza
que ocultos instrumentos armonizan, que oídos
de infinito espiral pulsan en su equilibrio,
que alertas de níveos Nijinskys increíbles inspiran.



Selección de textos: Jmp. En: “Poemas. 1956 – 1964”, Editorial Biblioteca popular Constancio C. Vigil, 1966.
Rubén Sevlever (Rosario, 1932 – 2011).

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